Hace ya años que se hable de la Garden Therapy (terapia de jardín)como la posibilidad de curar cuerpo y espíritu, a través del contacto y el trabajo en plena naturaleza. Con los años la terapia hortícola se ha utilizado en particular, para el tratamiento de diversas enfermedades, ayudar a las personas con problemas mentales más o menos graves, o simplemente para ganar confianza y autoestima.
Según la Asociación Americana de Terapia Horticultural, los principales beneficios y la oportunidad de entrar en contacto con el suelo y las plantas son:
– mejorar la autoestima- resolver la depresión- mejorar la movilidad de las articulaciones- aprender nuevas maneras de resolver problemas.
Más allá de los beneficios individuales, el cultivo de un jardín puede ser una actividad muy beneficiosa e instructiva también, y sobre todo, para los niños. En ellos están puestas las esperanzas para el futuro y aprender a formar a estos pequeños hombres del mañana, a través del amor por la naturaleza y por las cosas buenas, es lo que realmente puede hacer una diferencia.
Estas son 6 buenas razones para empezar a hacer jardinería con sus hijos.
1 Un jardín anima a pasar tiempo juntos fuera de casa
Cultivar un jardín es una gran razón para pasar tiempo fuera de la casa, lejos de aparatos electrónicos que alienan a las personas, y que a menudo impiden relacionarse. Para los niños pequeños, que tienen una atención limitada, incluso unos pocos minutos utilizados para regar las plantas, recoger hierbas o cavar en el barro son útiles para cambiar la percepción de lo que les rodea.
2 Acostumbrar a los niños a comer verduras
Los niños estarán más propensos a comer las verduras que ellos mismos han sembrado y estarán orgullosos de degustar los frutos de su propio trabajo. Asegúrese de que sea el niño el que elija qué verduras quiere cultivar. Ir juntos a viveros para elegir las plantas o semillas, puede ser la oportunidad para acompañar el viaje con explicaciones interesantes, útiles para estimular su curiosidad.
3 Da a los niños un propósito
Es bueno que los niños sean responsables. Realizar tareas sencillas, como regar el jardín en los días en que no llueve, es un buen punto de partida, aunque al principio puedan hacer algún capricho. La recompensa vendrá cuando recoja los vegetales cultivados. A diferencia de muchas otras obras, el jardín tiene una meta tangible y satisfactoria: la alimentación.
4 Un jardín es un aula al aire libre
La experiencia de la jardinería debe ir acompañada de una paciente guía: enseñar a los niños los nombres de las plantas, los insectos, la utilidad de las cosas, cómo hacer un compost, explicar que se hace cada día para crear el milagro del crecimiento de las plantas. Los niños aprenden a amar la naturaleza y agradecer sus dones, respetando su ciclo vital y la importancia de las pequeñas criaturas que viven en la tierra.
5 Ayuda a desarrollar una mente sana
Que, en el contexto actual, no es un asunto trivial. El jardín es tan psicológicamente estimulante que programas de terapia hortícola se utilizan en hospitales y hogares de ancianos, para ayudar a sus pacientes.
6. La jardinería es un activo valioso
Cuantas más personas sean responsables de cuidar de una pequeña parte de la producción de alimentos, mayor conciencia se crea a nivel global. Se trata de una pequeña manera de empezar a educar las conciencias contra los monocultivos o cultivos intensivos, cambiando el enfoque hacia un tipo de agricultura más sostenible, asegurándose de que lo que come es más saludable y orgánico.