Reconocer con prontitud algunos síntomas, puede ayudar a tratar esta dolencia en forma oportuna. El gluten es una proteína presente en algunos cereales incluyendo trigo, espelta, cebada, centeno, avena y trigo saragolla (conocido como kamut). La intolerancia al gluten puede surgir a cualquier edad y está cada vez más extendida, incluso muchas personas la padecen sin saberlo. Esto se debe a que no hay que subestimar algunos síntomas que pueden surgir a cualquier edad y que a menudo no se conectan fácilmente a este tipo de intolerancia.
Cabe señalar, sin embargo, que la aparición de algunos de estos síntomas no es necesariamente indica una intolerancia al gluten y debe ser el médico quien, después de un análisis apropiado, diagnostique el problema.
Veamos cuáles son los síntomas que se presentan con mayor frecuencia en los casos de intolerancia al gluten:
1. Problemas digestivos: se puede experimentar hinchazón, aire en el vientre y sufrir de diarrea o estreñimiento. En este último caso, se debe prestar especial atención a los niños, observando si el problema aparece sobre todo después de comer gluten.
2. Queratosis pilar, también conocida como «piel de gallina«, que afecta principalmente la parte posterior de los brazos. Esto podría ser indicativo de una deficiencia de ácidos grasos y vitamina A, debido a la mala absorción de estos nutrientes por el intestino, causada por el gluten.
3. Sensación de cansancio, fatiga, confusión mental o sentimiento especial de pesadez psicofísica después de comer una comida que contenga gluten.
4. Síntomas neurológicos como mareos, sensación de pérdida de equilibrio o vahídos hasta llegar incluso al desmayo real. Pero también pueden presentarse ansiedad, depresión o cambios de humor.
5. Migrañas. Descartando la presencia de otras enfermedades, períodos de estrés, síndrome premenstrual u otras situaciones en las que puede aparecer este síntoma.
6. Desequilibrios hormonales, como un síndrome pre-menstrual muy fuerte, síndrome de ovario poliquístico, o infertilidad inexplicada.
7. Inflamación, hinchazón o dolor en las articulaciones (no debidos a un traumatismo o enfermedad en curso), por ejemplo en los dedos, las rodillas o las caderas.