Azúcar. más se come, más se quiere; para muchos una verdadera droga. Su efecto en nuestro oganismo ya está bastante documentado, pero ahora llega una nueva confirmación científica, que apunta a cuán peligroso es su consumo, incluso en relación a los famosos «atracones». Un estudio realizado por el Instituto de Investigaciones de Oregon y publicado en The American Journal of Clinical Nutrition ha comprobado que el azúcar nos impulsa a sucumbir al deseo incontrolado de alimentos, mucho más que las demonizadas grasas.
Para llegar a esta conclusión, los expertos realizaron una prueba en 100 jóvenes. A cada uno se le ofreció un batido de chocolate cuyo contenido difería en las cantidades de grasas y azúcar. Mientras los jóvenes disfrutaban de su bebida, sus cerebros fueron monitoreados a través de imágenes de resonancia magnética funcional, para evaluar el efecto de esta bebida en las áreas de placer. Esas son áreas del cerebro que pueden activarse como consecuencia de estímulos agradables haciéndonos sentir el placer y deseando querer experimentar esa sensación de nuevo.
Los resultaron demostaron que, los batidos que activaron más las áreas de placer, fueron los de alto contenido de azúcar, mientras que no ocurrió lo mismo con los batidos ricos en grasas.
Esta investigación estableció claramente que cuanto más azúcar se ingiere, se quiere consumir más y más, como si se tratara una droga. Por su capacidad de activar los centros neurales del placer y de inducir a un atracón, elazúcar es mucho más peligrosa que las grasas.
Por esto, si quiere evitar atracones y otros daños colaterales causados por el consumo excesivo de azúcar, siempre se puede aprender a prescindir de ella, por ejemplo utilizando otras alternativas más naturales como azúcar integral de caña (panela o raspadura, Mascobado o melado de Açúcar), miel, jarabe de arce, cebada, arroz, manzana o maíz, zumo de ágave o stevia.
Lo mejor que se puede hacer es empezar poco a poco, primero reduciendo la cantidad de azúcar que se consume, hasta sustituirla por uno (o más, dependiendo de las circunstancias) de los muchos productos existentes, y descubriendo poco a poco una gran variedad de sabores casi desconocidas o perdido (al igual que la sal que «disfraza» los sabores, el azúcar hace lo mismo!)