¿Se atrevería a probar un tratamiento rejuvenecedor para el rostro en base a caracoles? Desde la «fish pedicure» a las sanguijuelas: cada verano surgen nuevas tendencias en cuanto a la búsqueda de la belleza y la juventud. La última frontera en los tratamientos antienvejecimiento utiliza caracoles. La naturaleza está llena de remedios alternativos de belleza más o menos extraños y más o menos eficaces. No sabemos cuántas mujeres realmente se atreverían a confiar en un tratamiento de caracoles para lucir más radiante.
Sin embargo, parece que la nueva tendencia se está imponiendo en Japón. Los expertos del país del Sol Naciente garantizan que la acción de los caracoles elimina las células muertas de la piel, la hidratan, calman quemaduras y enrojecimientos, así como también asegura una limpieza profunda de los poros. ¿Estaría dispuesta a someterse a una sesión con el esteticista, con una gran cantidad de caracoles que se arrastran por su rostro?
En un salón de belleza en Tokio los caracoles desempeñan ahora el papel de la belleza real. Los defensores de los animales no están ciertamente felices, ya que los caracoles deberían dejarse vivir sin ser molestados en su entorno natural, y utilizarse con fines estéticos cuestionables.
En Japón, los caracoles se aplican directamente en el rostro de las mujeres que se someten al tratamiento. Durante su paseo por la piel, liberan su conocida baba, que es el elemento crucial del éxito de este inusual ritual de cuidado de la piel.
Parece ser que la baba de caracol tiene una acción rejuvenecedora y reconstituyente de la piel. Los productos cosméticos a base de baba de caracol han llegado a ser parte de la oferta comercial dedicada a la belleza por varios años y parece que Japón es el primer país en pensar en una aplicación directa en la piel.
Si usted está buscando un tratamiento de belleza menos impresionante y libre de crueldad, busque una alternativa más respetuosa del medio ambiente: el gel de aloe vera es perfecto contra las quemaduras solares, y también para aliviar y rejuvenecer la piel.