Es inevitable pero, en algún momento, las vacaciones llegan a su fin. Pero cuando el verano se acaba, todavía existen algunos pequeños trucos que permiten mantener el color dorado en la piel. El sol, en su justa medida, es un placer para la piel, conserva un poco de energía para los meses de frío y nos brinda el calor y un hermoso tono dorado. El sol también puede ser un buen amigo: descubra cómo mantener la piel dorada y brillante por más tiempo.
Para mantener un buen bronceado, lo primero es aprender a broncearse. Cremas con la protección adecuada, hidratantes para después del sol, atención a las horas más calurosas. Todas estas precauciones hacen que el bronceado se desarrolle de manera uniforme y no sólo superficialmente ya que la melanina protegerá la piel gradualmente, sin provocar quemaduras solares que luego provocarán una rápida renovación celular, dando como resultado la descamación. Incluso el sol del final del verano ayuda a mantener el bronceado: bastan veinte minutos cada tanto para sacar ventaja de los últimos días de sol, caminar al aire libre los fines de semana, almorzar en el parque, pasear en bicicleta: son pequeños detalles que prolongan el bronceado. Como también estos sencillos consejos:
Lavarse suavemente
Sí a la ducha y no la bañera. El calor del remojo en la bañera favorece la descamación, mientras que una ducha tibia hace que la piel se torne más firme y elástica, especialmente si se utiliza un jabón suave y nutriente, tal como el jabón de Alepo, a base de aceite de laurel, más aun si previo a la ducha se hacen masajes en el cuerpo con aceite de almendras dulces, que protegen naturalmente la piel. Evite los baños de inmersión con espumas agresivas, perfumes que contengan alcohol, cremas pesadas, y prefiera secarse con un toallón suave con delicados golpeteos.
Hidratarse y nutrir
No hay que olvidar la hidratación constante: la manteca de karité es un valioso aliado para nutrir profundamente la piel y mantener el broinceado; también preferir cremas delicadas a base de aceites esenciales. La piel del rostro necesita un tratamiento específico: se debe limpiar suavemente con productos naturales, enjuagar con aguas suaves, como el agua de rosas y alimentarla con aceite de germen de trigo. Cuando el bronceado desaparece, muy a menudo aparecen manchas antiestéticas, en este caso simplemente hacer una exfoliación muy delicado, para uniformar y alisar la piel.
Alimentarse con colores
Dígale sí a todas las frutas y verduras que contengan vitamina C, beta-caroteno y vitamina A. Aproveche las últimas frutas del final del verano: melones, albaricoques, zanahorias, uvas y también arándanos y bayas rojas que ayudarán a mantener el cutis y la piel sana. Incluso los rábanos, espinaca, achicoria, lechuga y tomates, apio, fresas, cerezas y sandía son excelentes aliados.
Por último, recordar también tomar mucha agua para mantenerse hidratado.
Tener presente que el cloro, la piedra pomez, y el hidromasaje son enemigos naturales del bronceado.