Las ámpulas o popularmente conocidas ampollas, surgen con resultado de un roce o fricción constante en alguna parte de la piel por parte de un objeto y que al igual que los calambres musculares, su objetivo es avisar de que la actividad que se está realizando debe reducirse ya que se está lastimando o forzando una parte del cuerpo, en este caso concreto, la piel.
Remedios caseros contra las ampollas
Un remedio muy popular es frotar la zona en la que ha salido la ampolla ligeramente con un cubito de hielo y de esta manera se logrará alejar el dolor que provoca la formación de una ampolla. También se puede confeccionar una especie de apósito de algodón con unas hojas de col verde hervidas previamente en leche y aplicarlo bien caliente en la zona de la ampolla durante tres veces cada día.
Otra solución es preparar una cataplasma con unas zanahorias ralladas y aplicarla sobre la zona afectada directamente o aplicar el jugo procedente de dos o tres dientes de ajo directamente en la ampolla.
Un remedio que procede de la aromaterapia y que igualmente es muy efectivo consiste en echar unas gotitas de aceite esencial de lavanda sobre una gasa y colocar ésta sobre la ampolla.
Con un poco de aceite del árbol del té mezclado con agua, se empapa un algodón y se aplica sobre la ampolla dos veces cada día. De esta manera se calma el dolor a la vez que se previene una posible infección.
En caso de que la ampolla se reviente y para evitar que se infecte hay que aplicar una pasta con miel y harina de maíz sobre ella o bien una capa de gel de aloe vera.
Recomendaciones para tratar las ampollas
En términos generales no se debe reventar nunca una ampolla para evitar que se infecte pero existen algunos especialistas que sí lo aconsejan especialmente si es demasiado grande o se encuentra en una zona donde el peso corporal se recarga.
En estos casos lo que hay que hacer es lavar muy bien con agua y jabón la ampolla en primer lugar o bien pasar un algodón sobre ella empapado en agua oxigenada o en alcohol. Después se debe pinchar la ampolla con una aguja que esté perfectamente desinfectada también con alcohol. El líquido que sale debe recogerse con una gasa antiséptica y terminar aplicando un vendaje sobre la ampolla dejando una pequeña abertura para que pueda entrar un poco de aire.
La piel que recubría la ampolla no se debe quitar puesto que toda esa zona va a estar muy irritada, sensible y enrojecida. Es mejor que permanezca en su sitio hasta que la piel sane por completo.
Por la noche se recomienda quitar el vendaje para que la herida transpire correctamente y si por cualquier motivo dicho vendaje se ha mojado durante el día, debe cambiarse de inmediato pues se considera que se ha contaminado. Esto es muy habitual en los casos en que la ampolla se encuentra en los pies por ejemplo o en alguna otra zona donde la sudoración sea superior.